Los atributos de una cultura de seguridad eficaz

Numerosos estudios han señalado cuáles son las características que debería tener una cultura organizacional que promueve la seguridad industrial. Es posible agruparlas en siete grandes atributos que pueden vincularse a:

• la estrategia global de la organización (en violeta)
• los actores (en azul).
• los procesos (en naranja).

#1.La conciencia compartida de los riesgos más importantes

A menudo tendemos a olvidarlo porque parece obvio, pero la conciencia compartida de los riesgos más importantes es una prioridad en materia de seguridad porque los riesgos más graves son los que más amenazan a la organización.

Los riesgos pueden clasificarse según su gravedad: accidentes benignos, accidentes graves o mortales, y accidentes tecnológicos mayores que pueden causar un gran número de víctimas o tener consecuencias para el medio ambiente. Además, no todas las empresas enfrentan los mismos riesgos y, por lo tanto, registran tipos de accidentes muy diferentes: caídas de altura, explosiones, riesgos eléctricos, incendios, etc.

La prevención de los accidentes mayores y de los accidentes graves y mortales es una prioridad en materia de prevención. 
 

#2. La cultura que se interroga

Consiste en compartir la convicción de que los riesgos nunca pueden ser totalmente controlados. La organización se ocupa de ejercer una vigilancia colectiva constante aunque no se hayan producido accidentes graves durante muchos años, y de fomentar la duda.

Los actores de la organización son conscientes de que independientemente de la calidad de la preparación, de las barreras técnicas y de los procedimientos, siempre pueden existir diferencias entre lo que se ha planificado y lo que realmente sucede. Por lo tanto, es necesario interrogarse permanentemente sobre lo que ocurre en el terreno y fomentar los avisos de riesgo y las alertas.

La organización promueve la recuperación de experiencias y la investigación de las causas profundas de los eventos graves. Aprende de las lecciones recibidas -hablamos también de una cultura que aprende- y hace que sus dispositivos, procedimientos y programas de formación evolucionen de acuerdo con ellas.

#3. El equilibrio apropiado entre la seguridad reglada y la seguridad gestionada

La organización establece normas y procedimientos para garantizar la seguridad: hablamos entonces de seguridad reglada, que otorga valor al cumplimiento de las reglas.

Sin embargo, no todas las reglas pueden aplicarse a todos los escenarios de la vida real. En el terreno, frente a la realidad de ciertas situaciones, las mujeres y los hombres apelan a sus competencias para reaccionar adecuadamente: hablamos entonces de seguridad gestionada. Es la que permite que los trabajadores de una empresa tengan cierto margen de maniobra para gestionar las situaciones de la mejor manera posible según el contexto.

La empresa deberá encontrar un equilibrio adecuado entre la seguridad gestionada y la seguridad reglada. No existe un único modelo. Las decisiones que conduzcan a ese equilibrio dependen de la empresa, pero también del sector de actividad

#4. La cultura integrada, todos movilizados

La cultura integrada es el resultado de la convicción de que nadie posee por sí solo todos los conocimientos necesarios para garantizar un buen desempeño en materia de seguridad. Las diferentes áreas deben disponer de informaciones esenciales para la seguridad.

Es necesario favorecer a los managers, los operadores, los subcontratistas, y a las instancias representativas del personal.

#5. La atención permanente a los tres pilares

La seguridad se basa en 3 pilares:

• La seguridad técnica, que es el primer nivel de seguridad que conviene observar. Las acciones técnicas están relacionadas con la integridad de las instalaciones y también con la instalación de sistemas automáticos de protección o de sensores de fallas.
• Los sistemas de gestión de la seguridad, que son la formalización de los procesos, los procedimientos y las reglas establecidas.
• Los factores humanos y organizacionales, que toman en cuenta a los individuos y a los colectivos de trabajo, y que son un pilar que ha aparecido mucho más recientemente.

Una acción coherente sobre estos 3 pilares es indispensable para progresar en materia de seguridad.

#6. El liderazgo de los managers y el compromiso de los trabajadores

Los managers, en todos los niveles, son actores clave de la cultura de la seguridad. Sus propios comportamientos, y el lugar que otorgan a la seguridad en sus decisiones concretas, son los principales determinantes de los comportamientos de los demás con respecto a la seguridad. La movilización colectiva requiere que exista un cierto liderazgo por parte de los encargados de la gestión. El manager debe ser capaz de influir sobre los comportamientos para que éstos se vuelvan más seguros.

La gestión directa participativa permite combinar un alto nivel de exigencia con una gran capacidad de escuchar y de tomar en cuenta la realidad. El compromiso de los trabajadores se ve favorecido por el clima de confianza imperante y se observa una mayor participación en la transmisión de la información a los niveles superiores, y en el análisis de las situaciones peligrosas y de los incidentes con un alto potencial de gravedad.

#7. La cultura de la transparencia

Significa generar confianza dentro de la organización para liberar la palabra. El concepto de cultura justa es inherente a la cultura de la transparencia. Está vinculado a la implementación de una política de reconocimiento/sanción clara, justa y comprendida dentro de la organización. Las buenas prácticas en este aspecto tenderán a fomentar la confianza de los trabajadores. Por el contrario, las sanciones arbitrarias o la falta de reconocimiento fomentarán la desconfianza.

La coherencia entre las palabras y los actos, así como una comunicación externa e interna sincera, son también aspectos clave de una cultura de la transparencia.